martes, 1 de diciembre de 2009

Peumayén

Estaba la tarde de enero rodeada de un maravilloso sol de verano. La gente caminaba por las calles como era lo habitual. Las personas de este pueblo, eran muy tranquilas. Siempre se mantenía en calma y estaban aislados de la actualidad, vivían con costumbres de sus antepasados y tenían su propia religión.Este pequeño pueblo era distinto, ya que se situaba por encima de un estupendo paisaje. Era un pueblo flotante, su nombre era Peumayén (lo que quiere decir: lugar soñado). Tenía este nombre, ya que sus habitantes solo habían llegado allí por producto de su imaginación. Llegaron con el deseo de vivir en ese pueblo sin saber que existía.Durante esa tarde, había llegado un nuevo habitante al pueblo. Su nombre era John de edad desconocida pero rodeaba los setenta y tantos años, de pelo blanco y de alta estatura no era ni gordo ni flaco, era un típico hombre de campo. Vestía una camisa a cuadros acompañada por una bombacha de campo y una boina negra que llevaba en las manos. Del bolsillo de su pantalón colgaba un llavero de cuero con unas pocas llaves.Se veía asustado, no sabia como había llegado allí. De repente un niño se le acerca y le pregunta que sucede, ya que había notado su cara de desconcierto.John permanecía en silencio, se había quedado paralizado seguía sin saber de qué se trataba, dónde estaba y cómo había llegado.En ese momento llegó Simón, un hombre no muy mayor. El intendente de ese maravilloso pueblo. Le pidió a John que lo acompañara a recorrer un poco el lugar y así poder contarle lo que estaba pasando.Mientras caminaban, John se tranquilizaba y Simón con calma le contaba lo que sucedía. –Como ve estamos caminando ahora por el Peumayén. Usted señor ha llegado aquí por producto de su imaginación, este pueblo fue fundado hace mucho tiempo cuando un buen señor soñó despierto junto a su familia vivir en un lugar como este. Entonces el poder de sus sueños hizo que pudiera llegar junto a ellos a este hermoso pueblo.John le contó que vivía en un bellísimo campo de grandes pastizales color verde, rodeado de ganado vacuno y ovino en grandes proporciones. En su pequeña casa, donde habito durante años junto a Rosa su viejita, quien había muerto un tiempo atrás. Le dijo que el nunca hubiera cambiado ese lugar, ya que allí vivía muy bien. Entonces Simón respondió que podría haber vivido como un rey pero no lo hacía feliz, y que el destino lo estaba enviando a la felicidad.Día a día John se dedicó a buscar la respuesta del por que había llegado allí sin desearlo; pero en día mientras recorría el pueblo, una mujer de edad semejante lo llamo por su nombre y le dijo –Te estaba esperando… y él respondió –Rosa, te extrañé… que alegría verte! John se había dado cuenta de que se encontraba en el mayor de los paraísos. En el lugar soñado. El cielo.

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