martes, 1 de diciembre de 2009

No confíes en los extraños

Jessica y Mike se dirigían hacia la casa con la dirección que les habían dado. Los dos estaban muy emocionados porque el hombre que les había ofrecido trabajo y les había dado su dirección en el viejo muelle parecía interesante, con su modo extraño de hablar. Pero el bosque en el que cada vez se adentraban más y más los atemorizaba un poco.Ninguno de los dos tenía idea de lo que iban a encontrar, pero no los sorprendió mucho el encontrar un enorme, horrorosa, y vieja mansión al borde de ese oscuro bosque. Aunque Jessica y Mike no solían asustarse por pequeñeces como esa, no pudieron evitar que sus cuerpos se estremecían ante tan tenebrosa imagen. Su emoción por una promesa de trabajo se desvaneció un poco, aunque no lo suficiente como para marcharse sin siquiera tocar la puerta y ver de qué se trataba.Ambos bajaron del auto y golpearon la puerta con la gran manija que había allí. Todo parecía muy antiguo, gastado por el tiempo. La puerta era de macizo roble, las ventanas tenían pequeñas rejas y estaban manchadas de tierra, y la enorme casa estaba cubierta por enredaderas con grandes espinas en forma de garras.Al cabo de un minuto, alguien abrió la puerta. Era un hombre, alto, pálido, de aspecto avejentado.-¿Si?-Pregunto el hombre, con voz temblorosa y baja.-Eh… vinimos a ver al señor Strobosqui…Adam Strobosqui. El nos dijo que tenía un trabajo para nosotros y…-¡Ah!...si si si … el amo Adam me hablo de ustedes –dijo – se sentirá muy feliz de verlos. Pasen… pasen.-Esta bien, gracias-Jessica y Mike intercambiaron una mirada fugaz.La habitación en la que entregaron era enorme, el techo parecía estar a kilómetros de allí, como en las antiguas catedrales. Estaba decorado por complejos dibujos hechos con azulejos y del centro colgaba un enorme candelabro lleno de telas de araña. En las paredes de color rojo oscuro, había cuadros de colores apagados, y una chimenea encendida en frente de la cual había un gran sofá de cuero, y en frente había una blanca piel de oso estirada en el suelo.De repente, vieron al señor Strobosqui bajar por enorme escalera de mármol. Era un hombre alto, pálido y de aspecto huesudo, al igual que su sirviente. Vestía elegantes pantalones negros y un saco oscuro hasta las rodillas, lo que parecía una vestimenta antigua.-Bienvenidos a mi hogar-dijo.-Eh… gracias nosotros somos…-Si, si , ya lo se .Tomen asiento por favor.Los dos se sentaron en el sofá frente a la caliente chimenea y Adam se sentó en un sillón a su lado.-Supongo que si están aquí es porque aceptaron mi propuesta, ¿verdad?-Dijo Adam -Claro…nosotros necesitamos dinero para nuestra boda y… -Dijo Jessica -No se preocupen, el trabajo que les ofrezco es muy sencillo, solo deben pasar una noche aquí. Jessica y Mike se miraron asustados, pensando en que debería haber un truco detrás de todo eso. Pero necesitaban el dinero.Los dos enamorados se dirigieron a su alcoba. Aunque también era de color oscuro y apagado, era un poco más normal que el resto de la casa. Sus ventanas no estaban sucias, por lo tanto la luz de la luna bañaba las paredes y el suelo del cuarto. Era una noche extraña, la luna era enorme y brillante y las copas de los árboles se agitaban con violencia.Cuando ya se disponían para dormir , Mike sintió una sed insoportable , así que bajo a la cocina para beber algo. Cuando bajó las escaleras vio que la habitación estaba invadida por sombras que se movían de sigilosamente, pero lo único que le importaba era pedir algo, estaba muriendo de sed. Llegó a la cocina y encendió la luz, tomó un vaso, abrió el refrigerador pero lo único que encontró un líquido rojo que no se le antojaba muy apetitoso, pero igual los bebió, no podía contener su inexplicable sed. Tomó un gran sorbo sin pensarlo, y al hacerlo sintió un desagradable sabor en la boca. De inmediato soltó el vaso y éste se estrelló contra el suelo, derramando todo el líquido, parecía sangre.
De repente escuchó un grito desgarrador que venía de su habitación. Salió a la carrera de la cocina, esquivó los muebles y subió la escalera tropezando varias veces. Al llegar al umbral de la puerta, dio o que no había nadie en el cuarto.Mike bajó las escaleras corriendo y gritando para que los habitantes de la casa despertaran y lo ayudaran a encontrar a su novia, pero nadie aparecido. Desesperadamente comenzó a buscar a Jessica por toda la casa, por todos los cuartos, y hasta revisó el refrigerador para asegurarse de que no estuviese desmembrada allí. No estaba por ningún lado, se había esfumado.Al no poder encontrarla, cayó rendido sobre la piel de oso del living. Entre su llanto y lamento, escuchó un sonido que provenía de debajo de la casa, justo debajo de él. Era una especie de ruido de cadenas en movimiento. Agitado y completamente en shock, buscó o la puerta del sótano que se encontraba bajo la escalera, al lado de la cocina. Toma un pequeño candelabro que se encontraba encendido y bajó las escaleras.El lugar estaba repleto de artefactos antiguos, cuadros, estatuillas y baúles. Quiso saber qué era lo que había en ellos, así que abrió uno. Dentro, había extraños utensilios de acero. Mike pensó que se parecían al esos instrumentos quirúrgicos que se usan para hacer autopsias, y eso lo preocupo aún más.Subió las escaleras y fue hacia el living. No notó nada distinto, pero al acercarse más al fuego de la chimenea dio a Jessica, tendida sobre la ya tan familiar alfombra. De inmediato corrió junto a ella y la tomó entre sus brazos, estaba pálida y fría. Trató de despertarla, pero no respondía, tocó su pulso y se dio cuenta de que estaba muerta. Entre la desesperación no se había dado cuenta que la alfombra que antes era blanca estaba teñida de rojo. En ese momento estaba demasiado ocupado llorando su pérdida, no se dio cuenta de que una figura espectral se leía detrás de él. Cuando se dio cuenta de qué era lo que estaba pasando, ya era demasiado tarde, estaba acorralado. Todo sucedió muy rápido, en un segundo ya estaba tendido sobre el cuerpo de la mujer que él había amado, con el cuerpo vacío. Ahora ninguno podría avisarles a los pobres afortunados que les seguían que no deberían confiar en extraños.- ¿Va a ir al muelle este fin de semana, amo?- Claro Williams, nuestros suministro se acaban, alguien derramó un vaso anoche.
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